El
permiso fue concedido luego de que el gobierno suspendiera la víspera
el acto de mercadotecnia de la empresa Trojan, que en carros similares a
los de comida rápida comenzó a repartir dispositivos para el placer
femenino. El gobierno alegó que demasiadas personas, tanto mujeres como hombres, se habían formado para recibir el obsequio, lo que suponía un problema para la seguridad y la circulación de otros transeúntes.
Las autoridades argumentaron también, que la empresa debía obtener y pagar por un permiso, como todos los demás proyectos que utilizan la vía pública para sus estrategias de venta o publicidad.
“Los
vibradores fueron puestos en posición de apagado”, “La entrega de
vibradores tuvo un final anti-climático”, “El alcalde termina
prematuramente promocional de vibradores”, entre otros, fueron algunos
de los titulares disponibles para los neoyorquinos.
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